La palabra “dominancia” sigue siendo una de las más utilizadas en el entrenamiento de perros. Muchos “expertos” califican como “perro dominante” a un perro que se comporta contrariamente a los deseos de su dueño, como por ejemplo cuando se sube a una cama o sofá.
La teoría de la dominancia fue desarrollada por primera vez en 1802 por Pierre Huber para describir, explicar y predecir las relaciones entre los miembros de sociedades de animales organizados. Siguieron muchos estudios para redefinir las teorías sobre las jerarquías simples y lineales de las formas de estatus social (“ley del más fuerte”).
La difusión de la “teoría de la dominancia” cobró mayor valor con los estudios de lobos de David Mech (1968). Sin embargo, las teorías son arcaicas y falsas y el propio Mech ha solicitado que no se publique su libro más por contener información errónea.
Los años de investigación han alimentado la controversia. Cabe resaltar que hasta hoy todavía no existe un consenso sobre lo que significa “dominancia” [Drews, C. (1993)].
La aplicación de la teoría de la dominacia en el entrenamiento del perro, con sus “medidas de reducción de rango” crea más problemas de los que resuelve. Muchas personas piensan que agresión y dominio son iguales.
Etológicamente, dominancia no es propiedad de un perro, sino expresión de una relación social.
Siguen existiendo creencias arcaicas como nunca alimentar al perro antes de haber comido uno mismo o nunca permitir que el perro sea el primero en entrar por la puerta. Un perro que tira de la correa muy probablemente no es “dominante”, sino tiene prisa o simplemente no ha aprendido a caminar sin tirar y con la correa floja.
No deje a su perro en manos de “expertos” que hablan de la reducción de rango mediante el “alpha roll” o tirando dolorosamente de la correa estranguladora. ¡Estas “técnicas” son brutales y totalmente innecesarias!
La suposición general de que cada perro es impulsado por un deseo innato de controlar a la gente o los perros es ridícula.